Todo comenzó con una visita rutinaria al médico, una que casi había reprogramado porque, en verdad, me sentía bien. Pero mientras estaba allí escuchando a mi médico explicar los resultados de mis análisis de sangre, la palabra "prediabetes" cortó el aire como un viento helado. No me lo esperaba. Mi mente corría, tratando de procesar cómo esto podía estar sucediéndome. Siempre he sido relativamente saludable, así que la idea de que mi cuerpo estaba al borde de la diabetes era tanto impactante como inquietante.
La primera cosa que hice al llegar a casa fue buscar más información. Comencé con los síntomas de la prediabetes en mujeres, con la esperanza de entender qué podría haber estado tratando de decirme mi cuerpo. A medida que leía las listas, me di cuenta de que había pasado por alto algunas señales: fatiga constante, hormigueo ocasional en mis dedos, e incluso cambios en mi piel que había minimizado como molestias menores. Fue revelador, por decir lo menos.
Con el diagnóstico acechando sobre mí, sabía que tenía que hacer cambios, empezando por mi dieta. Encontré un hilo sobre la dieta para prediabetes en Reddit, donde las personas compartían sus experiencias y consejos. Esto se convirtió en una línea de vida para mí, ya que empecé a entender la importancia de lo que estaba poniendo en mi cuerpo. Encontré recetas, planes de comidas y consejos sobre cómo revertir la prediabetes rápidamente. Era tanto alentador como abrumador darme cuenta de que, si bien tenía mucho trabajo por delante, también había pasos claros que podía seguir.
Uno de los recursos más útiles fue un plan de comidas de 7 días para la prediabetes, el cual detallaba exactamente qué debería estar comiendo. Incluso encontré una versión imprimible que podía pegar en mi refrigerador, un recordatorio constante de mi compromiso con el cambio. Las comidas eran sorprendentemente sabrosas, y saber que estaba trabajando activamente para mejorar mi salud hacía que cada bocado fuera más satisfactorio.
También aprendí que mis niveles de A1C estaban justo por encima del rango normal, una llamada de atención que no podía ignorar. El rango de HBA1C para prediabetes en el Reino Unido, donde vivo, está entre 42 y 47 mmol/mol. El mío estaba en 45. No peligrosamente alto, pero suficiente para motivarme a actuar. Mi médico mencionó que podrían ser necesarios medicamentos si los cambios en el estilo de vida no lograban reducirlo, algo que realmente quería evitar.
Cuanto más leía, más entendía que mi historial familiar jugaba un papel en esto. No solo estaba lidiando con mis propios hábitos; también estaba luchando contra la genética. El código ICD-10 de historial familiar de prediabetes en mis registros médicos era un recordatorio contundente de que esto no era del todo inesperado. Me hizo más determinada a revertir el diagnóstico, a cambiar la narrativa para mí y mi familia.
A medida que me adaptaba a mi nueva dieta, comencé a notar pequeñas mejoras. Mis niveles de energía empezaron a estabilizarse, y esos problemas menores de piel comenzaron a desaparecer. Pero no se trataba solo de los cambios físicos; se trataba de cambiar mi mentalidad. Me volví más consciente de lo que estaba comiendo, prestando atención a las porciones y los tipos de alimentos que eran mejores para controlar el azúcar en sangre.
También me aseguré de educarme sobre las pautas de tratamiento para la prediabetes. Saber que había pasos claros a seguir, expuestos por expertos, me dio una sensación de control. No solo se trataba de eliminar el azúcar o los carbohidratos: se trataba de crear una dieta equilibrada a la que pudiera adherirme a largo plazo. Encontré particularmente útil el plan de comidas vegetariano de 7 días para prediabetes, ya que se alineaba con mi preferencia por comidas basadas en plantas.
A pesar de los cambios positivos, todavía había momentos de duda. A menudo me preguntaba: "¿Puedo realmente revertir la prediabetes en 3 meses?" Internet estaba lleno de historias de éxito, pero parecía abrumador pensar en hacer un cambio tan significativo en un corto periodo. Sin embargo, la idea de medicamentos o, peor aún, pasar a una diabetes total, me mantenía motivada.
Comencé a rastrear mi progreso, usando un kit de prueba de prediabetes para monitorear mis niveles de azúcar en sangre regularmente. La primera vez que mis niveles comenzaron a bajar, sentí que era una victoria. Cada pequeña victoria construía mi confianza de que estaba en el camino correcto.
Al mirar atrás, me doy cuenta de que el diagnóstico no fue un revés, sino una llamada de atención. Me obligó a tomar el control de mi salud de una manera que no lo había hecho antes. Los cambios que he hecho son sostenibles y me han puesto en un camino no solo para manejar mi prediabetes, sino para potencialmente revertirla. No ha sido fácil, pero ha valido la pena cada esfuerzo.